Vitamina C: mucho más que un aliado contra el resfrío.

La vitamina C ha sido siempre un fiel aliado a la hora de fortalecer el sistema inmune y mantener altas las defensas.

Un nivel óptimo de nuestras defensas protege nuestro cuerpo de muchas enfermedades, entre ellas el resfrío y la gripe.

Pero en los últimos años, los científicos han descubierto que este nutriente esencial posee muchos más beneficios que permiten mantenerte saludable por más tiempo.

Producción y sintesís del colágeno

La piel es nuestra principal barrera defensiva y el colágeno, la clave en su salud y formación. La vitamina C es clave en la producción del colágeno, que permite que la capa externa de la piel cumpla eficazmente su función de barrera que impide el ingreso de los microorganismos. Los científicos han observado que en las personas con bajos niveles de vitamina C las heridas y las quemaduras tardan más en cicatrizar.

Infecciones e inmunidad

El sistema inmune es la piedra fundamental de una buena salud. La vitamina C es un factor anti-infeccioso y estimula la formación de anticuerpos, que ayudan al sistema de inmune de nuestro organismo a luchar contra virus y bacterias.

Fumadores

Los fumadores tienen sus requerimientos de vitamina C sumamente aumentados, debido al gran proceso oxidativo que que general los radicales libres producidos por el humo del cigarrillo. La vitamina C neutraliza en parte este proceso ya que es el más poderoso antioxidante natural. De hecho, todos los fumadores deberían incorporar cantidades adicionales de vitamina C.

Alergias respiratorias

Estudios recientes mostraron que la vitamina C resulta de utilidad para aliviar los síntomas de la alergia y del asma, ya que disminuye los niveles de histamina y prostaglandinas, sustancias presentes en las reacciones alérgicas. Los radicales libres también participan del inicio de los fenómenos inflamatorios que dan lugar a las crisis asmáticas y alérgicas; al neutralizarlos, la vitamina C colabora reduciendo la severidad de las crisis.

Prevención cardiovascular

Gracias a su rol antioxidante, los cardiólogos recomiendan la incorporación de la vitamina C ya que participa en la degradación del colesterol, reduce el endurecimiento arterial e impide la oxidación del colesterol LDL.

Con una naranja no es suficiente

Nuestro organismo es incapaz de almacenar vitamina C, lo que nos obliga a incorporarla diariamente a través de la alimentación. Pero obtener una cantidad adecuada a partir de las comidas no es tan sencillo como parece, pues el porcentaje presente en alimentos famosos por su alto contenido de vitaminas es menor de lo que uno cree: para incorporar un gramo de vitamina C habría que comer dos kilos de naranjas o cinco de manzanas.

Las necesidades de vitamina C varían de persona a persona y cuando
aumentan los requerimientos (con las infecciones, por ejemplo) se exigen buenas cantidades. El cuerpo toma lo que precisa y elimina el resto. Por eso, la suplementación es una medida sencilla y eficaz para obtener una adecuada ingesta diaria de vitamina C, que nos permita gozar de los múltiples beneficios que aporta a nuestra salud.

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